El paso del tiempo tiene un impacto inevitable sobre nuestro aspecto físico y nuestra salud, pero los hábitos de vida saludables como hacer ejercicio regularmente, llevar una dieta equilibrada, dormir bien y relacionarnos socialmente nos pueden ayudar, y mucho, a retrasar los signos del envejecimiento y a vivir más y mejor. Ahora, una nueva investigación reveló que las personas con un mayor nivel educativo experimentan un envejecimiento más lento y disfrutan de mayor longevidad.
El estudio fue realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman y el Centro de Envejecimiento Robert N. Butler de la Universidad de Columbia en el que se analizaron los datos de personas que participaron en el Estudio del Corazón de Framingham –un estudio observacional en curso que comenzó en 1948 y que actualmente abarca tres generaciones– y comprobaron que la movilidad educativa ascendente se vinculó de forma significativa con una disminución en el ritmo de envejecimiento y un menor riesgo de fallecimiento.
Este análisis de Columbia es pionero en establecer una conexión entre la movilidad educativa y la velocidad del envejecimiento biológico y la mortalidad y sus hallazgos se publicaron en la revista JAMA Network Open. “Hace tiempo que sabemos que las personas con mayores niveles de educación tienden a vivir más. Sin embargo, existen numerosos desafíos para entender cómo ocurre esto y, lo que es crítico, si las intervenciones para promover el logro educativo contribuirán a una longevidad saludable”, dijo Daniel Belsky, profesor asociado de Epidemiología en la Escuela Mailman de Columbia y el Centro de Envejecimiento, y autor principal del estudio.
Un ritmo de envejecimiento más lento y menor riesgo de mortalidad
El envejecimiento biológico se refiere a la acumulación de cambios moleculares que progresivamente comprometen la integridad y capacidad de resiliencia de nuestras células, tejidos y órganos a medida que envejecemos. Para medir el ritmo de envejecimiento, los investigadores utilizaron un algoritmo conocido como el reloj epigenético DunedinPACE en datos genómicos recopilados por el Estudio del Corazón de Framingham.
Los últimos hallazgos indicaron que, según el reloj epigenético DunedinPACE, dos años adicionales de escolaridad se traducen en un ritmo de envejecimiento de dos a tres por ciento más lento. Esta desaceleración en el ritmo de envejecimiento corresponde a una reducción aproximada del 10% en el riesgo de mortalidad en el Estudio del Corazón de Framingham, de acuerdo con investigaciones previas de Belsky sobre la asociación del DunedinPACE con el riesgo de muerte.
El DunedinPACE, desarrollado por investigadores de Columbia y colegas, se basa en el análisis de marcas químicas en el ADN contenido en los glóbulos blancos, o marcas de metilación del ADN. Nombrado así por la cohorte de nacimiento del Estudio Dunedin que se utilizó para desarrollarlo, el DunedinPACE (acrónimo de Ritmo de Envejecimiento Calculado desde el Epigenoma) se mide a partir de un análisis de sangre y funciona como un velocímetro para el proceso de envejecimiento, midiendo la rapidez o lentitud con la que está cambiando el cuerpo de una persona a medida que envejece.
La investigación
Los investigadores de Columbia utilizaron datos de 14.106 participantes del Estudio del Corazón de Framingham, abarcando tres generaciones, para vincular los datos de logro educativo de los hijos con los de sus padres. Luego, utilizaron datos de un subconjunto de participantes que proporcionaron muestras de sangre durante la recolección de datos para calcular el ritmo de envejecimiento biológico usando el reloj epigenético DunedinPACE.
En el análisis primario, examinaron las asociaciones entre la movilidad educativa, el envejecimiento y la mortalidad en un subconjunto de 3.101 participantes para quienes se pudieron calcular medidas de movilidad educativa y ritmo de envejecimiento. Para 2.437 participantes con al menos un hermano, también investigaron si las diferencias en el logro educativo entre hermanos estaban asociadas con una diferencia en el ritmo de envejecimiento.
Gloria Graf, del Departamento de Epidemiología supervisada por Belsky y primera autora del estudio, explicó: “Un desafío clave en estudios como este es que las personas con diferentes niveles de educación suelen provenir de familias con distintos antecedentes educativos y niveles de otros recursos. Para abordar estos factores, nos centramos en la movilidad educativa, cuánto más (o menos) educación completó una persona en comparación con sus padres, y las diferencias educativas entre hermanos: cuánto más (o menos) educación completó una persona en comparación con sus hermanos. Estos diseños de estudio controlan las diferencias entre familias y nos permiten aislar los efectos de la educación”.
Al combinar estos diseños de estudio con el nuevo reloj epigenético DunedinPACE, los investigadores pudieron examinar cómo la educación afecta el ritmo de envejecimiento. Luego, al vincular los datos de educación y ritmo de envejecimiento con registros longitudinales de cuánto tiempo vivieron los participantes, el equipo pudo determinar si un ritmo de envejecimiento más lento explicaba la mayor longevidad en personas con más educación.
Otras conclusiones
Graf señaló: “Nuestros hallazgos respaldan la hipótesis de que las intervenciones para promover el logro educativo desacelerarán el ritmo de envejecimiento biológico y promoverán la longevidad”. Por su lado, Belsky agregó: “En última instancia, se necesita evidencia experimental para confirmar nuestros hallazgos. Relojes epigenéticos como DunedinPACE tienen el potencial de mejorar tales estudios experimentales al proporcionar un resultado que puede reflejar los impactos de la educación en el envejecimiento saludable mucho antes del inicio de enfermedades y discapacidades en la vida posterior”.
“Descubrimos que la movilidad educativa ascendente estaba asociada tanto con un ritmo de envejecimiento más lento como con un menor riesgo de muerte”, destacó Graf y añadió: “De hecho, hasta la mitad del gradiente educativo en mortalidad que observamos, se explicó por trayectorias de envejecimiento más saludables entre los participantes mejor educados. Este patrón de asociación fue similar a través de generaciones y se mantuvo en comparaciones entre hermanos dentro de la misma familia: los hermanos con mayor movilidad educativa tendieron a envejecer más lentamente en comparación con sus hermanos menos educados”.