El cerebro humano tiende a enfocarse en lo negativo, lo que puede afectar el bienestar emocional. Aceptar y procesar las emociones difíciles es fundamental para una vida equilibrada.
El sesgo de negatividad es una tendencia del cerebro humano a dar más peso a las experiencias negativas que a las positivas.
“El sesgo de negatividad es inherente al ser humano. Se trata del instinto por el que las personas nos centramos en lo que va mal en lugar de en lo que va bien”, explica la psicoterapeuta estadounidense Alina Kastner.
Este sesgo puede afectar la toma de decisiones, la motivación y las relaciones interpersonales. Según estudios, las experiencias negativas generan una respuesta emocional más intensa y duradera en comparación con las positivas. Una crítica puede afectar más profundamente que varios elogios.
Consecuencias del sesgo de negatividad
La tendencia a enfocarse en lo negativo puede llevar a una visión distorsionada de la realidad, donde los aspectos positivos son minimizados o ignorados.
La psicóloga española Alejandra de Pedro González advierte: “La idea de una interpretación optimista forzada de nuestras experiencias junto con la supresión de las emociones negativas puede resultar ser muy dañina y, en muchos casos, invalidante y paternalista.”
Además, la supresión de emociones negativas puede impedir el procesamiento adecuado de experiencias difíciles, lo que a largo plazo puede afectar la salud emocional y mental.

La profesora estadounidense Mariana Alessandri, en su libro “Visión nocturna”, argumenta que evitar las emociones oscuras puede ser más perjudicial que sentirlas.
Según Alessandri, la ira “no siempre es irracional y el dolor nos une”, lo que destaca la necesidad de integrar estas emociones en la vida cotidiana.
Estrategias para contrarrestar el sesgo de negatividad
Superar el sesgo de negatividad requiere un esfuerzo consciente para reequilibrar la atención hacia lo positivo. Algunas estrategias recomendadas por expertos incluyen:
- Practicar la gratitud puede ayudar a enfocar en aspectos positivos del día a día, contrarrestando la tendencia a centrarse en lo negativo.
- Aceptar las emociones negativas en lugar de suprimirlas, facilita su procesamiento y reduce su impacto a largo plazo.
- Buscar lo positivo en las interacciones diarias: prestar atención a actos de amabilidad y gestos positivos en el entorno puede ayudar a reorientar la percepción hacia lo constructivo.
Estas prácticas, al integrarse en la rutina diaria, pueden contribuir a una perspectiva más equilibrada y al bienestar emocional.