En General Pinedo y en toda la provincia del Chaco, resonó con fuerza una noticia que combina componendas políticas con graves afectaciones sociales. El esposo de la vicegobernadora Silvana Schneider, el contador Daniel Alejandro Rodríguez, fue designado como síndico del Banco del Chaco (NBCH) luego de renunciar a su cargo como concejal, un puesto para el que había sido votado por la ciudadanía. Sin embargo, su gestión se vio marcada por una denuncia de cheques sin fondos, lo que generó un escándalo que lo costó su remoción del cargo y una reubicación en la Fiduciaria del Norte.

Lo que se conoció fue estremecedor: Rodríguez, quien hasta entonces era parte del directorio del NBCH, fue desplazado por emitir 47 cheques sin fondos por más de $ 26 millones entre octubre de 2023 y marzo de 2024

Ayer, la vicegobernadora, el gobernador y funcionarios provinciales —junto a concejales locales que ahora militan en La Libertad Avanza— anunciaron la repavimentación de la Ruta 89, que conecta Pinedo con Quimilí. Pero el anuncio carece de concreción: la obra no comenzará este año, sino que posiblemente se inicie en 2026. Mientras tanto, los vecinos aguardan en una ruta deteriorada y esperan que las promesas no queden en meras cápsulas políticas.

Crisis sanitaria urgente: hospitales en agonía

En Pinedo el deterioro del sistema de salud es alarmante:
• El hospital local carece de insumos esenciales y enfrenta escasez de medicamentos básicos.
• Faltan médicos y casi no hay especialistas que puedan atender casos complejos.
• En la farmacia del hospital, los remedios con precios escalonados se han vuelto inaccesibles para muchos.
• Son múltiples las familias que han dejado de tomar sus pastillas por no poder afrontarlas en medio de la inflación.
• Personas mayores, jubiladas, sufren el congelamiento de sus haberes, y muchos reconozcan que “no les alcanza para los remedios ni para comer”.

La política liberal nacional —orientada al recorte del Estado, al enfoque de “achicar el gasto público” y al ajuste— se percibe como una cruz que carga sobre los más vulnerables. Tarifas de luz disparadas, depender de obras públicas que se anuncian pero no se ejecutan, y servicios esenciales colapsados constituyen hoy la realidad cotidiana de muchos pinedenses.

Lo grave no es solo la aparente doble moral política, sino el escenario que queda al descubierto: la prioridad puesta en la apariencia pública, mientras el hospital languidece, las tarifas estrangulan y las obras se quedan en promesas.

Que un dirigente abandone una banca para asumir un puesto remunerado en un banco estatal, que luego emita cheques sin fondos, y que pese a eso no termine expulsado del poder sino reubicado en otro cargo, genera desconfianza. Que al mismo tiempo se anuncie una obra de largo plazo como si fuera la solución inmediata, en medio de una crisis sanitaria palpable, alimenta el enojo social