La actriz paraguaya debuta en la temporada de Carlos Paz y compartió con Teleshow su proceso de adaptación a esta nueva etapa en la comedia popular. El reto le implica superar barreras culturales y físicas que, lejos de incomodarla, alientan su curiosidad innata. La vida entre dos países y el unipersonal que sueña estrenar en calle Corrientes
Lali González conversó con Teleshow acerca de su vida entre Argentina y su próximo desafío actoral “Me voy el 25 de diciembre, que tenemos ensayo general. Estrenamos el 27, el día de mi cumple. Así que es un lindo regalo de 38 años”, cuenta con entusiasmo Lali González, la actriz paraguaya que debutará en la exigente temporada teatral de Villa Carlos Paz. Para la intérprete, que irrumpió en nuestro país con su papel de Rita en La 1-5/18 y es reconocida por su versatilidad en cine y teatro, esta experiencia marca un desafío inédito en su carrera y un sueño que tenía pendiente: “Siempre fue una curiosidad que tuve como actriz, experimentar ese lugar en el teatro, porque es una disciplina y un estado físico que hay que mantener”.
Lali, que en el 2017 ya había vivido la energía de Villa Carlos Paz como turista, regresa ahora al corazón de la cartelera teatral argentina con una mirada llena de expectativas y respeto por el oficio: “A muchos les puede parecer fácil porque son comedias populares, pero a mí me está costando muchísimo”, confiesa.
Para la actriz, el reto no solo implica el cansancio físico de las funciones diarias y las dobles jornadas, sino también el proceso de adaptación cultural y artística: “Cuando uno viene de otro país, ya se encuentra con choques en jergas, palabras, corporalidad en la interpretación. Estoy aprendiendo muchísimo con Lía Jelín, cada ensayo es una clase magistral”, se entusiasma.
Este debut no es solo un nuevo trabajo, sino también una celebración personal y profesional. “Soy curisosa en todo, como actriz, como mamá, como persona, y me da curiosidad el contacto con el público durante tanto tiempo. Es un acercamiento diferente del actor con la gente, otro tipo de lenguaje que me entusiasma mucho”, admite, destacando la importancia de ponerse a prueba constantemente en la vida: “Mientras una siga desafiándose, siempre va a haber cosas nuevas y lindas”.
En este camino de aprendizaje, la actriz destaca la importancia de mantenerse activa, de no quedarse en lo fácil o lo conocido: “Si no, uno se achancha y se queda en el molde donde le es cómodo. Me parece que los desafíos, mientras existan, te mantienen viva, con ganas de seguir descubriendo cosas nuevas”. Para Lali, la curiosidad es el motor que la impulsa a seguir creciendo: “En esta profesión, uno siempre está buscando, viajando, encontrando nuevos desafíos. Esa es la clave”.
El trabajo diario, la exigencia de las funciones y la conexión directa con el público son, para González, una experiencia transformadora. “Es otro tipo de lenguaje, otro tipo de acercamiento con la gente, que realmente me entusiasma muchísimo”, comparte con emoción.
Su vida entre Paraguay y Argentina: el equilibrio entre la profesión y la familia
La vida de Lali González transcurre entre Paraguay y Argentina, dos países que han marcado su carrera profesional y su vida personal. Este constante ir y venir no es fácil de gestionar, pero la actriz supo construir una red de apoyo fundamental para mantenerse en equilibrio: “Es imposible no recalcar la ayuda de mi mamá, de mi familia y de un grupo de contención que tengo, compuesto por amigas y mi equipo de trabajo”, explica.
Organizar su vida como actriz, madre y pareja requiere una logística que no sería posible sin ese círculo cercano. “Tengo que dejar lista la casa de Asunción, preparar todo en el departamento que alquilamos en Buenos Aires con la producción… Todo lleva un gasto, todo lleva una metodología de trabajo en conjunto y de equipo”, confiesa Lali, con una honestidad que deja entrever lo complejo que es sostener esta rutina.
González, quien se consolida año tras año como una de las actrices más destacadas de su país, reconoce que el esfuerzo económico y emocional es significativo, pero lo ve como algo necesario: “Invertir en la formación y en el intercambio cultural no tiene precio. Es parte del trabajo constante de esta profesión. Uno tiene que seguir golpeando puertas, seguir saliendo, mantenerse en movimiento”.
En este escenario, es clave organizar el tiempo con su hija de cinco años, y con su expareja, con quien mantiene una relación de respeto y colaboración. Este año, la niña vivió en Paraguay mientras González cumplía con sus compromisos laborales, como ser jurado en un reality de baile y el éxito de su unipersonal Divorciadas: “Todo funciona porque hay una organización emocional y de equipo. No soy la Mujer Maravilla, tengo el apoyo de mi familia, mi pareja y las personas que trabajan conmigo”, afirma.
Sin perder la sonrisa, Lali deja claro que este equilibrio no es sencillo, pero que vale la pena por las oportunidades que tiene: “Este año fue fructífero a nivel laboral, no solo como actriz sino también como productora. Pero para lograrlo, tuve que apoyarme en mis aliados, porque en esta profesión, que es nómade, uno necesita personas que lo acompañen”.
González reconoce que sus raíces son fundamentales, y aunque su vida profesional la lleve a otros países, su corazón sigue en Paraguay: “Todos viven allá. Mi familia, mis amigos, todos están en Paraguay, y eso me ayuda a no perder el centro, a regresar siempre a mi origen”.
Más allá de lo personal, el 2024 fue un año de grandes desafíos y satisfacciones para Lali. Además de su reconocimiento como actriz, se posicionó como una artista multifacética al estrenarse como productora general y ejecutiva con su nueva empresa: “Big Mama”. Con una sonrisa cómplice, explica lo que este nuevo rol significa para ella: “Estrenarme como productora fue un paso importante y todo lo hice con mucho amor y con mi gente cerca”.
Uno de los proyectos que marcó este crecimiento fue su unipersonal “Divorciadas”, una propuesta teatral que combina humor y reflexión sobre las etapas del dolor y la resiliencia. La obra, que tuvo un éxito rotundo en Paraguay, permitió a Lali canalizar procesos personales desde el arte: “Cada duelo, cada final duele. A veces queremos zafar de ese proceso, pero hay que transitarlo. Y yo lo terminé transitando a través de un show, que además fue exitosísimo”, comenta con sinceridad.
Su relación con el espectáculo tiene un tono tan irónico como profundo: “Del dolor hacemos mucho dinero. Cuánto más duele, más dinero”, bromea, dejando ver cómo logró convertir una experiencia difícil en una obra que resonó con el público. El unipersonal no solo conectó con la audiencia paraguaya, sino que también está listo para cruzar fronteras: “El año que viene vamos a estrenar Divorciadas en Buenos Aires, de la mano de Letona Producciones. Pero primero quiero enfocarme al cien por ciento en la experiencia de Villa Carlos Paz”.
La decisión de sumergirse en el mundo de la producción fue, en parte, un acto de valentía y también de necesidad. González entiende que en esta profesión no basta con esperar oportunidades, sino que hay que salir a buscarlas: “En este medio, uno tiene que seguir trabajando, mantenerse en vigencia y en movimiento. Es parte de lo que me gusta, de lo que soy”, afirma con determinación.
La carrera de Lali González está marcada por un espíritu libre y una perspectiva única sobre la vida. Entre ensayos y viajes constantes, la actriz paraguaya tiene claro que disfrutar el presente es esencial: “Cada vez que voy a otro país a trabajar, siento que estoy de vacaciones. Vivo con ese espíritu, porque estamos de paso, y un día todo esto se va a acabar”, reflexiona con un tono sereno y sabio.
Esa filosofía de “modo vacaciones” no significa tomarse el trabajo a la ligera, sino todo lo contrario. Para Lali, es una manera de conectar con la vitalidad que necesita para asumir nuevos desafíos y roles: “Ese modo de vivir me da energía para lo que viene, porque siempre sé que algo grande me espera”, confiesa con una confianza contagiosa. Esta actitud es, en parte, lo que la convierte en una figura tan querida en el ambiente artístico argentino.
Sin embargo, reconoce que no siempre es fácil para los demás entender esa autenticidad: “A veces piensan que estoy exagerando, pero no. Yo soy así, soy genuina, y lo vivo todo como un regalo”. Este enfoque le permite moverse con naturalidad en un medio que, en ocasiones, puede resultar hostil o competitivo: “Cuando venís de afuera, siempre estás en modo vacaciones. Y eso me ayuda a sentirme libre, a vivir sin ataduras y a disfrutar lo que hago”.
Más allá del éxito profesional, Lali González valora lo que la actuación le ha permitido descubrir de sí misma y del mundo. Su pasión por el arte y su constante búsqueda de nuevos desafíos son, en definitiva, su mayor motor: “Mientras haya curiosidad, habrá crecimiento. Y yo siempre quiero aprender, seguir moviéndome y disfrutando”.
Para Lali, actuar no es solo un trabajo, es una forma de estar en el mundo. “Yo siempre vuelvo donde soy feliz, donde me tratan bien. Y en Argentina, me siento en casa”, concluye, reafirmando su profundo cariño por el país que la ha recibido con los brazos abiertos.