Alberto Fernández reclamó que la Justicia le devolviera el celular, secuestrado tras un allanamiento en su departamento de Puerto Madero. La maniobra, originada por una denuncia de Fabiola Yáñez, le permitió a Julián Ercolini acceder a las conversaciones privadas del ex presidente.
Dos semanas atrás, Ercolini le prohibió a Fernández comunicarse con Fabiola. Alberto fue notificado de la restricción el 6 de agosto a las 19.50.
Al día siguiente, el 7 de agosto, Fabiola le dijo al fiscal Ramiro González que había recibido «mensajes intimidatorios» del ex presidente, pero no quedó claro la fecha ni la hora en que fueron enviados.
Con esa declaración, González pidió el secuestro del celular de Alberto, acusado de haber violado la restricción impuesta por el juez.
En teoría, la Justicia solamente iba a peritar los chats más recientes con Fabiola para corroborar día y hora del último intercambio con el ex Presidente. Cómo fuera, Comodoro Py tuvo acceso al celular de Alberto durante varios días en los que exploró su contenido.
La certeza de que el contenido del celular estaba en manos de los jueces generó nerviosismo en empresarios y políticos que solían hablar con el ex presidente. Tras la difusión de videos privados con una panelista de espectáculos, quedó claro que Alberto tiene una relación con la tecnología.
La explicación para los videos con la panelista fue que Fabiola los había encontrado en el teléfono que el mismo Alberto le había dado a su hijo Francisco para que jugara.
Cerca de Alberto dicen algo parecido respecto del celular donde Fabiola tenía todos los chats donde daba cuenta de las situaciones de violencia a las que fue sometida. Ese aparato se habría perdido durante una mudanza en España. En el entorno del ex presidente aseguran que Yáñez se deshizo del teléfono porque su contenido era inconveniente para la ex primera dama.
Acceder al teléfono de un ex presidente es un privilegio poco habitual. En el albertismo sospechan que el secuestro del aparato no estaba vinculado a la corroboración del último contacto, sino que había otros intereses en juego.