sábado, noviembre 23, 2024
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    “Es un dolor constante”: se metió al mar con los lentes de contacto puestos y quedó ciega de un ojo

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    Una joven perdió completamente la visión de uno de sus ojos después de nadar en el mar con sus lentes de contacto puestos. Brooklyn McCasland, de 23 años, empezó a sentir molestias después de un día de playa y creyó que le había entrado arena en el párpado, pero durante su visita al médico recibió la peor noticia.

    El hecho ocurrió en Estados Unidos. La chica había estado nadando en una playa de arena blanca y agua cristalina de Alabama, cuando un simple descuido cambió su vida para siempre. Ahora, espera un trasplante de córnea para poder recuperar la visión, mientras sufre dolores constantes en el ojo afectado.

    McCasland estaba convencida de que le había entrado arena en la parte interna del párpado y por eso sentía molestias después de nadar en el mar. Pero como la sensación no se iba y el malestar era cada vez más intenso, decidió consultar a un especialista. En ese momento, empezó la odisea que vive hasta la actualidad.

    La joven estuvo con el ojo tapado y cuando se quitó la venda se dio cuenta de que había perdido la visión. (Foto: gentileza The Sun)
    La joven estuvo con el ojo tapado y cuando se quitó la venda se dio cuenta de que había perdido la visión. (Foto: gentileza The Sun)

    De acuerdo a la información publicada por el periódico británico The Sun, la joven recibió varios diagnósticos erróneos hasta llegar al indicado. Mientras tanto, iba perdiendo la visión poco a poco y sufriendo intensos episodios de dolor que no cesaban con nada. Según reveló, se trataba del “peor dolor que jamás había experimentado”, y detalló: “A veces, si cerraba el ojo, me sentía un poco mejor, pero a veces me sentía peor. Era un dolor constante”.

    Un parásito se había alojado en su lente de contacto

    Después de algunos meses, un médico descubrió lo que tenía: una queratitis por Acanthamoeba, una infección ocular poco común que afecta la córnea, causada por un parásito llamado ameba, que se había alojado en su lente de contacto.

    El diagnóstico era desalentador, pero al menos McCasland tenía una certeza sobre lo que le estaba pasando. “Tuve que usar un parche sobre el ojo. No pude ponerme ninguna de mis gotas durante dos días”, recordó, y reveló que al sacarse la venda descubrió que había perdido la visión de su ojo derecho. “Fue muy aterrador. Mi percepción de profundidad cuando tomo cosas o intento abrir puertas está alterada, así que me costó acostumbrarme”, expresó.

    La joven se vio obligada a abandonar su trabajo porque tiene que “mantener el ojo cerrado todo el día”. Los médicos le dijeron que tiene que esperar un periodo de un año para que su infección se cure y recién en ese momento realizar un trasplante de córnea, que podría devolverle la visión.

    El trasplante es una luz de esperanza para McCasland, pero es realmente muy costoso: 5 mil dólares. Por eso, una amiga suya creó una página en GoFundMe para recaudar fondos que le permitan pagar la cirugía y también poder vivir durante este año en el que la joven deberá vivir estando desempleada.

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