Tamara Paganini saltó a la fama tras su participación en el primer Gran Hermano en la Argentina. Lejos de pasar inadvertida en la casa más famosa del país, llegó hasta la final y acaparó la atención de todo el público. Sin embargo, la exposición mediática se convirtió rápidamente en un calvario que le impedía incluso salir a la calle por miedo a ser atacada.
La primera edición del reality comenzó el 10 de marzo de 2001 en Telefe y contó con un total de 14 concursantes. Muchos aprovecharon la popularidad del programa para mantenerse en los medios: el profesor de Educación Física Marcelo Corazza, el gran ganador, se convirtió en productor televisivo, mientras que Gastón Trezeguet, otro de los personajes más reconocidos, continúa incluso hoy vinculado al reality como panelista.
Sin embargo, ese no fue el caso de Tamara Paganini, que sufrió las consecuencias de ser famosa. Para colmo, los $39.000 que ganó en Gran Hermano se lo dio a sus padres para que los invirtieran. “Con el corralito se quedaron sin nada”, contó, en referencia a la crisis económica de 2001. Poco después, decidió irse a vivir a Córdoba, alejada de los flashes y la presión mediática de Buenos Aires. Allí rehízo su vida, completamente alejada de la exposición: trabaja en un laboratorio de alta complejidad y está en pareja hace más de una década.
El calvario de Tamara Paganini tras su paso por “Gran Hermano”
“Cuando salí de la casa me tuvieron encerrada un tiempo sin dejarme ver la televisión y demás cosas. No podía entender que la gente me corriera por la calle, que se pusieran una remera con mi nombre… la gente te ama y te odia”, recordó Tamara Paganini en una entrevista con LAM.
En ese sentido, la fama la llevó a vivir todo tipo de situaciones desagradables: “En ese momento, el hater te escupía, literalmente, sus gallos en la cara. O ir caminando con mi novio de la mano y que dos chicas de 20 años se pararan para cruzarme el paso y decirme pu… de mier… También tiraban piedras para romper los vidrios de mi ventana. Nunca esperé tanto amor y tanto odio tan marcado, y tan expresado contra mí. He salido de boliches con mis partes íntimas lastimadas”.
Fue tal el miedo que tenía de salir a la calle que, para hacerlo, llevaba “un gorrito y hasta barba postiza” para camuflarse como si fuese un hombre. “Así viví años y años de mi vida”, lamentó. Por eso, decidió “desaparecer” y que la “trague la tierra”. Así fue que llegó a Córdoba para alejarse de los medios de comunicación.
“Recién ahora estoy como sanando”, reconoció en esa entrevista en abril de 2022. Según explicó, durante alrededor de 20 años estuvo “de terapia en terapia”. Hace más de una década trabaja en el área de fidelización de clientes de un laboratorio de alta complejidad. “Me encargo de buscar errores, problemas, malos tratos y demás en pacientes. Informarlos, tomarles los datos”, precisó.
La muerte de sus mellizos
El calvario que atravesó tras su paso por Gran Hermano no fue la única situación difícil que le tocó afrontar en su vida. Tras varios intentos fallidos, Tamara Paganini logró quedar embarazada a los 42 años de mellizos. Sin embargo, ninguno de sus hijos sobrevivió al parto en 2017.
“Me costó quedar embarazada. Desde los 22 años estuve buscando un embarazo con las distintas parejas que tuve. Siempre quise ser mamá y a los 42, luego de un intento fallido con inseminación, quedé embarazada de mellizos. Era el sueño terminado: un varón y una nena. A los dos meses, me avisaron que al varón no se le había cerrado la cabeza, que cuando naciera se iba a morir”, recordó.
Y continuó: “Viví todos esos meses sabiendo que se iba a morir. Él, Vitorio, pateaba y todo, pero solo podía vivir estando dentro mío. Y con Donatella sucedió que tuve picos de presión que te oprimen el cordón umbilical. Entonces, no recibía suficiente alimento y no se le desarrollaron del todo los pulmones. Nacieron a los 6 meses y medio, casi 7″.
Tras el parto, tuvo a su bebé en brazos hasta que murió. “Fue muy duro”, señaló. En cuanto a su hija, la pusieron en una incubadora para intentar salvarle la vida. Cuando todo parecía que estaba bien, le sacaron el respirador y murió de manera repentina. Entonces, comenzó un fuerte proceso de sanación. “Mi psiquiatra me tuvo que agarrar de los pelos para levantarme”, explicó.