Los trabajadores sufren los efectos de una precarización que exprime sus vidas al compás del avance de la llamada «modernización laboral» que promueve el cuentapropismo antisindical y remueve derechos históricos. La crisis también les quita ingresos día a día.
El consumo de las aplicaciones de reparto como Rappi y Pedidos Ya se desplomó un 40 por ciento, de acuerdo al Sindicato de Base de Trabajadores de Reparto por Aplicación (Sitrarepa). Producto de la recesión, las compras viraron hacia productos de supermercado y otras tiendas, ya sea para abaratar los costos, cocinar más en la casa o aprovechar promociones con descuentos.
En paralelo, los trabajadores sufren los efectos de una precarización que exprime sus vidas al compás del avance de la llamada “modernización laboral” que promueve el cuentapropismo antisindical y remueve derechos históricos.
Belén pertenece al Sitrarepa y contó a El Destape que “la demanda cayó cerca del 40%, basada en que se están haciendo un pedido por hora, o a veces menos”. Y relató: “Trabajamos 8 horas de lunes a lunes y estamos sacando entre 500 y 700 mil pesos. El registro que tenemos los repartidores ese ese”.
La bicicleta financiera que se pinchó: 6 kilómetros por 1.300 pesos
“El régimen laboral ajusta los tiempos de entrega y nos obliga a aceptar pedidos de 6 kilómetros por 1.300 pesos, por ejemplo. Con más despidos, hay más repartidores y las empresas lo aprovechan por la alta oferta que se percibe. No creemos que legalizar la figura del trabajador autónomo resuelva el problema, sino que justamente avalar la precarización extrema”, sintetizó la mujer que intenta convencer a sus compañeros de la necesidad de colectivizar sus reclamos.
De acuerdo a un informe de Rappi al que accedió este medio de forma exclusiva, en el último tiempo observaron “algunos cambios en el consumo en la app, que se vuelca hacia la compra de productos de supermercado y otras tiendas, ya sea para abaratar los costos y cocinar más en la casa o ahorrar tiempo y aprovechar las promociones exclusivas”.
Por otro lado, hay personas que “solían salir a comer a restaurantes de manera frecuente, que han modificado su comportamiento de consumo y, para poder continuar dándose esos gustos, se han volcado a pedir platos elaborados y gourmet a través de Rappi”.
¿Cuál es el perfil de los repartidores?
- Mayormente son jóvenes sub-40: 81% tiene entre 18 y 39 años.
- El 87% son hombres y el 13% mujeres.
- Alrededor de tres meses es el tiempo que reparten o sea su ciclo de vida promedio en la aplicación.
- Sin requisito de poseer ningún tipo de experiencia previa ni contar con estudios.
- Sin exclusividad, hay repartidores que eligen utilizar dos aplicaciones en simultáneo
- Más del 50% se conecta 20 horas o menos por semana.
- Dos de cada 3 repartidores combinan Rappi con otro tipo de actividad.
Según una encuesta que la misma empresa realizó, el 80% valora “la libertad que les otorga la app de conectarse cómo, dónde y cuándo quieren”. Este relevamiento aseguró que la “ganancia” del repartidor por pedido entregado se compone de varios factores que pueden resumirse en: distancia y tiempo, complejidad del pedido (por ejemplo, si es de farmacia o de restaurantes), oferta y demanda, factores climáticos.
Además, apuntaron que los repartidores pueden generar ganancias de hasta tres veces el salario mínimo vital y móvil, equivalente hoy a 814.713 pesos. A septiembre, la canasta básica total que mide el Indec fue equivalente a 964.620 pesos para un grupo familiar de cuatro personas.
Visto desde la visión empresarial, el mercado laboral que ofrecen las apps de delivery podría confundirse con un cuento de hadas. Para Marcos Pereyra, delegado y trabajador de Pedidos Ya, la realidad es otra.
La dictadura de ser tu propio jefe
“El salario del que se jactan vos los podés hacer, pero tenés que aplastar la cola tanto en la moto o en la bici, y estar bajo la intemperie climática, frío, calor, lluvia, granizo, y sin contar que esa plata no la hacés en ocho horas. Son muchas más horas para llegar a ese número, donde atravesás un montón de situaciones, como llegar a un restaurante y que la comida no está preparada, transitar una zona peligrosa para que te roben la bici o la moto… de esas cosas nadie habla”, sostuvo.
Para él, los “únicos que se llevan la plata acá son los empresarios” y soslayó que “como no hay trabajo en relación de dependencia” les “hablan a chicos de 20 años que no tienen ganas de estar atado a ningún horario en particular y que quieren ser su propio jefe”. A contramano, detalló el pesar de emplearse en la actividad: “Tengo 51 años, yo quiero tener vacaciones, aguinaldo, una ART y no que salga todo de mi bolsillo. Les preguntás tanto a un inmigrante como a un argentino y esas cosas no les interesan y de esa manera son felices, denigrando a la clase trabajadora argentina. Hay un preconcepto de que es mala gente la que habita los sindicatos”.
“¿Qué es lo que recibimos cuando les planteamos esta discusión? Nada, negatividad. En Argentina vos tenés que salir y cortar una calle, una avenida, pararte en el Ministerio de Trabajo, reclamando, y realmente tenés que hacer quilombo. Ganaron las plataformas que encubren mucho de lo que es la negligencia en un montón de cosas. Si te roban, bueno, te roban, nadie te va a dar una moto, una bici, un auto”, enfatizó Pereyra.
La precariedad avanza
En la campaña presidencial de 2023, el entonces candidato a jefe de gobierno porteño Ramiro Marra había hecho un llamado por redes sociales a que los trabajadores de apps de delivery militen por su candidatura en CABA para que “les dejen de romper las pelotas”. A pocos meses de las primarias de agosto, el exdiputado libertario Nahuel Sotelo militó el freno a un proyecto de ley para regular las apps de delivery. Sotelo se puso la mochila de Rappi y se fotografió junto a los repartidores antes de la sesión en la que cayó el proyecto.
Hace años que los dirigentes libertarios eligieron a la figura del repartidor de aplicaciones de delivery como un “profeta” del héroe individual que en caja en las nuevas reglas laborales que deben imponerse en la Argentina, dejando atrás tradiciones y derechos adquiridos en décadas pasadas que se ven desprestigiados por la insatisfacción generalizada.
Lejos de los sindicatos o cualquier tipo de organización colectiva, cada vez más jóvenes deciden “asociarse” a una app para salir a la calle bajo las premisas de la independencia, la flexibilidad y el autocontrol del tiempo para dividir las actividades laborales que pretendan realizar a su gusto.
El Destape