El gobierno de Leandro Zdero, conocido popularmente como el Zorro, se ha visto envuelto en un mar de tensiones internas que amenazan con desestabilizar su administración en sus primeros meses. El eje de este desconcierto radica en la abierta rivalidad entre dos de sus principales colaboradores: Marcos Resico, titular de Asuntos Estratégicos, y Livio Gutiérrez, coordinador de Gabinete. Esta lucha de poder no solo ha causado fricciones personales, sino que también ha tenido un impacto directo en la gestión política del gobierno, especialmente tras el reciente fracaso en la obtención del crédito que Zdero consideraba crucial para su administración.
Desde el inicio de su gestión, Resico ha sido observado con desconfianza por Gutiérrez, lo que ha generado una atmósfera de competencia y desconfianza entre los dos. Fuentes cercanas al gobierno han destacado que la relación entre ambos es tensa y marcada por un profundo desacuerdo en la toma de decisiones. La frase «no se tragan, no hay caso» ha resonado en los pasillos de la administración, reflejando la complejidad de la interacción entre ambas oficinas. Este conflicto interno se torna aún más significativo a la luz de la reciente caída del proyecto de crédito de 150 millones de dólares que Zdero intentaba asegurar para impulsar su gestión.
Las repercusiones de este fracaso han sido palpables, ya que la culpar entre Resico y Gutiérrez ha sido automática. Cada uno ha buscado salir del aprieto echando la responsabilidad al otro, lo que no solo ha intensificado el conflicto, sino que también ha perjudicado la imagen del gobierno en sus primeros diez meses. Los rumores sobre la falta de cohesión y la ausencia de una estrategia unificada son cada vez más frecuentes, alimentando la percepción de que el gabinete es más un campo de batalla que un equipo de trabajo colaborativo.
La evidente animosidad entre ambos funcionarios ha sido motivo de conversación en todo el entorno político. Gutiérrez, en particular, ha expresado su frustración abiertamente, dejando caer comentarios despectivos sobre Resico. En una de sus intervenciones, se le escuchó decir, según testimonios de quienes estaban cerca, que deseaba la pronta partida de su colega, refiriéndose a él como un «pelotudo egocéntrico inoperante». Este tipo de declaraciones no solo reflejan la falta de respeto entre los miembros del gabinete, sino que también evidencian una situación insostenible que podría tener consecuencias severas para la administración Zdero.
La falta de unidad y la lucha de egos entre los funcionarios podrían llevar a una erosión de la confianza en la capacidad del gobierno para enfrentar los retos que se avecinan. La gestión de cualquier administración requiere una coordinación eficaz, y el entorno actual parece alejarse de esta premisa. Si bien Zdero ha mostrado liderazgo en otros aspectos, será crucial que trabaje en resolver este conflicto interno. La estabilidad de su gobierno, así como la efectividad en el cumplimiento de sus promesas de campaña, dependen de su habilidad para mediar entre estos intereses contrastantes y restaurar una atmósfera de colaboración en el gabinete.
En resumen, el gobierno de Leandro Zdero enfrenta serias tensiones internas que pueden comprometer su efectividad. Las luchas de poder entre Marcos Resico y Livio Gutiérrez son un reflejo de una administración que lucha por encontrar su equilibrio. Si Zdero no actúa rápidamente para abordar estas divisiones, corre el riesgo de que su gestión se vea marcada por la discordia y la ineficiencia, poniendo en entredicho su capacidad de gobernar.