Fundada en 1908, la histórica Crescent Duck Farm perdió sus 100.000 aves y enfrenta ahora el reto de renacer en medio de costos crecientes y el temor a un nuevo brote viral
Doug Corwin, un agricultor de cuarta generación, enfrenta el desafío de reconstruir Crescent Duck Farm, la última granja comercial de patos en Long Island, tras haber perdido toda su población avícola debido a un brote de gripe aviar a principios de este año.
La granja, que tiene más de un siglo de historia, fue una de las muchas afectadas por el brote del virus, lo que obligó a sacrificar a miles de aves y contribuyó al aumento de los precios de productos agrícolas como los huevos.
Ahora, Corwin trabaja para recuperar la operación, aunque con cautela, consciente de que un nuevo brote podría significar el fin definitivo de su negocio.
Según reportó The Associated Press (AP), el brote en la granja de Corwin ocurrió en enero, cuando durante una inspección rutinaria se encontraron aves muertas o letárgicas. En cuestión de días, las autoridades ordenaron el sacrificio de toda la población de patos de la granja, que en su momento albergaba hasta 100.000 aves.
Aunque la granja recibió compensación federal por las aves sacrificadas, Corwin señaló que esta no cubrió el valor de mercado de los animales ni los costos asociados con la reconstrucción en una región de alto costo como Long Island, que incluye áreas como los Hamptons.
Desde entonces, Corwin y su equipo han trabajado intensamente para limpiar y desinfectar las instalaciones de la granja, que ocupa unas 55 hectáreas en Aquebogue, al este de Manhattan. Este proceso incluyó la eliminación de heno y escombros, así como la renovación de sistemas de ventilación, comederos y estructuras de madera y metal.
En mayo, la granja recibió su primer lote de aproximadamente 900 patos jóvenes criados en cuarentena en una granja cercana. En las semanas siguientes, llegaron otros dos lotes similares, y se espera que los primeros patos estén listos para el mercado al final del próximo verano.
Sin embargo, Corwin enfatizó que no tiene prisa por volver a la capacidad total de producción, que antes del brote era de aproximadamente un millón de patos procesados al año. “Es como correr una carrera de obstáculos”, dijo Corwin. “Hay muchos pasos que tomar antes de llegar a donde estábamos”.
El brote de gripe aviar que afectó a Crescent Duck Farm es parte de una los más amplios causados por la cepa H5N1, que desde 2022 ha sido detectada en los 50 estados de Estados Unidos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta cepa ha provocado más de 1.700 brotes registrados y ha afectado a cerca de 175 millones de aves en todo el país.
El Dr. Gavin Hitchener, director del Laboratorio de Investigación de Patos de la Universidad de Cornell, ubicado cerca de la granja de Corwin, explicó que esta variante del virus ha demostrado ser más dañina que las anteriores, afectando a una mayor variedad de especies, incluidas vacas, tras haber saltado de aves a ganado el año pasado.
A pesar de los esfuerzos de recuperación, Corwin expresó su preocupación por la posibilidad de un nuevo brote. “Si esto vuelve a suceder, estoy acabado como criador de patos”, afirmó.
Además, destacó la necesidad de que el gobierno federal implemente la vacunación obligatoria para las aves de corral, una medida que ha enfrentado resistencia tanto por parte de grandes operaciones avícolas industriales como por políticas anteriores que mostraron escepticismo hacia las vacunas. “Dormiría mucho mejor por las noches si eso ocurriera”, dijo Corwin.
La recuperación de Crescent Duck Farm no solo es crucial para la supervivencia del negocio de Corwin, sino también para preservar una tradición local.
Fundada en 1908 por su bisabuelo, la granja es la última de su tipo en una región que en la década de 1960 albergaba más de 100 granjas de patos, responsables de producir dos tercios de la oferta nacional de este producto.
Los patos que actualmente habitan la granja son descendientes de los más de 15.000 huevos que las autoridades permitieron conservar tras el brote, ya que dieron negativo en las pruebas de gripe aviar. Estos patos representan una línea genética única que ha sido perfeccionada a lo largo de generaciones mediante la cría selectiva.
Corwin expresó su compromiso con mantener viva esta herencia agrícola. “Siento que le debo esto a los agricultores que han estado aquí durante todos estos años”, dijo. “Quiero hacer que Long Island se sienta orgullosa“.
