Durante el verano de 2020, Tia Gordon, una nena británica de 11 años, comenzó a tener dolores de cabeza recurrentes y si bien al principio su mamá, Imogen, solo creyó que era porque tomaba poca cantidad de agua, empeoró con el correr de los días.
Lo extraño, y lo que no terminaba de encender sus alarmas, era que la chica sólo se enfermaba por algunos días y luego volvía a estar bien. Más allá de eso, la llevó al médico en varias ocasiones y recibió muchas versiones de lo que podría tener su hija.
En un principio, le dijeron que se trataba de un virus estomacal aunque, después de un año de consultas, el diagnóstico pasó a ser que Tia sufría migraña, por lo que le dieron un medicamento. Sin embargo, los síntomas continuaron y eran cada vez peor.
“Durante más de tres años, la llevé a los médicos, le negaron resonancias, se negaron a atenderla por guardia pediátrica, fui a Urgencias, le cambiaron los lentes cuatro veces, le dieron medicación y tenía un consultor, pero fue necesario que no pudiera caminar para recibir la atención que necesitaba”, expresó Imogen en declaraciones a The Sun.
En los meses previos al último diagnóstico, la mujer y su hija fueron al hospital más de 10 veces, aunque siempre con la decepción de que no le dijeran exactamente lo que tenía. Todo cambió cuando Tia comenzó a tener nuevos síntomas: “Se estaba sosteniendo el cuello de manera extraña, así que le pusimos un poco de calor, las cosas normales. Y luego le pasó por mucho tiempo y pensé: ‘Si tenés rigidez en el cuello, no te va a pasar durante semanas’, así que la llevé a los médicos y me dijeron: ‘Solo tiene rigidez en el cuello’ por dormir sobre él, sólo necesita mover más el cuello’”, relató la madre.
A pesar de que las mandaron a su casa sin una respuesta concreta, un día Tia comenzó a tener vómitos, mareos y desorientación. Rápidamente, la internaron y, luego de ser sometida a una resonancia, los especialistas descubrieron que tenía un tumor cerebral. “Fue un día bastante horrible, aunque después de una cirugía que duró 10 horas lograron extirpar el 96 por ciento”, contó Imogen.
Si bien lograron salvar a la chica, aún no se encuentra fuera de peligro ya que tiene que hacerse controles cada tres meses durante cinco años y aún sufre algunos efectos secundarios, como cansancio y dolores de cabeza. “Lamentablemente, esto es algo que pasa muy seguido. Para muchos pacientes con tumores cerebrales lleva demasiado tiempo ser diagnosticados, y esta es una de las razones por las que solicitamos una estrategia nacional sobre tumores cerebrales”, concluyó la mujer.