Organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos se movilizan para rechazar el plan económico de Javier Milei y el desmantelamiento de las políticas de género. «Podemos cambiar el destino que nos quieren imponer a fuerza de violencia y ajuste», sostienen.
Después de un primer año de gestión de Javier Milei caracterizado por una avanzada antiderechos y por los ataques a mujeres y diversidades, el movimiento feminista sale a las calles, una vez más, este sábado 8 de marzo para rechazar el plan económico y de gobierno de La Libertad Avanza, pero también retomando las consignas que estuvieron en el centro de la Marcha Antifascista y Antirracista del 1° de febrero.
«La marcha de este año está centrada en denunciar las políticas de hambre, saqueo y crueldad, que para nosotras van de la mano y que están produciendo un efecto muy concreto en la vida de las mujeres, lesbianas, travestis y trans de nuestro país», describió a C5N la socióloga y militante feminista Luci Cavallero, integrante del espacio Movida Ciudad.
A eso se suma un segundo conjunto de demandas «por un paro internacional que sea antifascista, antirracista y antipatriarcal, poniendo en evidencia que este Gobierno es fascista, racista, misógino, transfóbico y homofóbico». También se rechazará el fin de la moratoria previsional, el desmantelamiento de las políticas de prevención de las violencias y el ataque a los derechos sexuales y reproductivos.
«Los reclamos son con eje en el trabajo, entendiendo que trabajadoras y trabajadores somos todes: quienes tenemos trabajo registrado pero estamos por debajo de la línea de la pobreza, quienes fuimos despedides, quienes no tenemos trabajo registrado, quienes no estamos en el sistema, los y las jubiladas», remarcó la secretaria de Géneros y Diversidad de ATE Capital, Clarisa Spataro.
«El mundo del trabajo cada vez está más precarizado, y las mujeres y diversidades somos las más afectadas. No es casual entonces que el ataque a nuestras conquistas y derechos sea tan feroz», añadió.
Retrocesos y provocaciones: el balance del feminismo tras un año de Milei
La movilización del 8M se produce en un contexto hostil hacia los movimientos sociales. «Milei es una gobernabilidad de nuevo tipo que, si bien tiene reminiscencias del ’76, los ’90 y el gobierno de (Mauricio) Macri, hay ciertas cuestiones nuevas que se construyen a partir de la velocidad de la destrucción, de la generación de caos y de la no negociación con los movimientos sociales», analizó Cavallero.
Para la investigadora, «el principal retroceso es la destrucción del tejido social, la precariedad, la utilización del Estado para promover y desinhibir el odio» y, «por supuesto, la destrucción de las principales políticas con perspectiva de género». «Más tiempo pasa y más claro queda que el programa económico no genera ningún tipo de bienestar en la gente. Milei suele utilizar nuestra agenda para generar provocaciones y efectos mediáticos», señaló.
«El balance es de un gran retroceso; como trabajadora del Estado nacional, puedo dar cuenta del enorme desguace», sostuvo Spataro. Esto no solo afectó al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, sino a «todas las áreas que llevaban adelante las políticas públicas con perspectiva de género en todos los organismos del Estado».
«A eso se le suman los miles de despidos que estamos sufriendo, entre ellos quienes habían ingresado por el cupo laboral travesti trans amparado por la Ley 27.636. Estamos dando una pelea claramente desigual. El Congreso debería ser una trinchera para protegernos de este avance fascista pero, al menos hasta ahora, no está dando muestras de fuerza y voluntad en ese sentido», lamentó.
Frente a la ola anti-woke, más resistencia feminista
El discurso de Milei en el Foro de Davos, donde apuntó contra la llamada «agenda woke», refleja un movimiento global que cobró intensidad en los últimos años y que ataca los derechos de mujeres y diversidades con la excusa de supuestos privilegios. Para Spataro, esta tendencia se combate «con la unidad de la clase trabajadora».
«El ataque a los feminismos es un ataque a los derechos humanos de toda la población. Cuando una mujer o una persona de la diversidad sexual conquista un derecho, ganamos como sociedad, más igualitaria, más empática. Ninguna conquista feminista le quita derechos a otras personas. Por eso es importante que toda la clase trabajadora alce la voz contra estos ataques», destacó.
«Hay que trabajar en varias estrategias para confrontarlo», añadió Cavallero. «Por un lado, siempre está la ocupación de las calles, que no hay que abandonarla porque ellos intentan borrarnos, que volvamos al ámbito privado, que no nos visibilicemos como movimiento», sostuvo.
También remarcó la necesidad de «tender puentes con otros movimientos» para que la sociedad salga «a defender los derechos más allá de quiénes son los portadores de esos derechos». «El movimiento feminista no es un gueto, sino que es una forma de politización que abraza a todo el pueblo y todas las luchas», afirmó.
Para la socióloga, este «es un punto de inflexión en la historia de nuestro país» y «no hay alternativa: frente a este escenario, hay que militar y luchar, porque además somos un actor verdaderamente opositor a este Gobierno. El campo popular necesita de la lucha del movimiento feminista para revitalizar y para generar nuevos lenguajes de oposición», indicó.
Spataro coincidió en que «se nos juega la vida». «Cuando perdemos derechos, ponen en riesgo nuestras existencias. Por eso mismo confío en nuestro movimiento, en nuestra potencia transformadora, en que cada vez que salimos a las calles y nos organizamos podemos cambiar el rumbo de ese destino que nos quieren imponer a fuerza de violencia y ajuste. Los feminismos nunca nos fuimos, acá estamos y seguimos avanzando», concluyó.