Como una extraña paradoja política, el claro triunfo de la centroderecha pragmática en las recientes elecciones municipales brasileñas significó un duro golpe para el expresidente Jair Bolsonaro.
El campo conservador nacional, históricamente aglutinado en la derecha tradicional y el denominado “centrao”, un grupo de partidos de centroderecha que suele dar gobernabilidad a los distintos gobiernos federales, fue el gran ganador de los comicios. La marcada polarización entre Bolsonaro y Lula, otro gran derrotado, quedó en un absoluto segundo plano.
La centroderecha, en sus distintas vertientes, aumentó su flujo de votos de manera contundente en los dos turnos de las elecciones concluidas el domingo pasado en el país. Pero la figura del expresidente influyó muy poco en este triunfo, según coinciden analistas. De hecho, 17 de los 27 candidatos a alcaldes que respaldó Bolsonaro perdieron incluso ante postulantes del mismo campo ideológico.
La debacle del Partido Liberal es otra muestra de la inesperada caída de la influencia bolsonarista. Se trata de su propia agrupación que ganó apenas cuatro de las 26 capitales en disputa, aunque logró un mayor caudal de votos que en los últimos comicios y obtuvo numerosas alcaldías menores.
“La influencia de Bolsonaro en estas elecciones fue prácticamente cero”, resumió a TN el analista político brasileño Marco Teixeira, coordinador de maestrías en políticas públicas de la Fundación Getulio Vargas.
A Bolsonaro no le fue bien, pero a Lula tampoco
Bolsonaro quiere volver a ser candidato presidencial en 2026. Sueña con revertir la inhabilitación que pesa sobre él hasta 2030, por haber cuestionado sin pruebas el sistema de voto electrónico antes de las elecciones de 2022 que perdió ante el actual mandatario, Luiz Lula da Silva.
Pero los resultados de las elecciones municipales parecen ser el punto de partida para la irrupción de nuevos liderazgos en su espacio político.
“Bolsonaro entró en territorios para apoyar candidaturas sin dialogar con liderazgos locales. Esto afectó inclusive su relación con figuras próximas a la derecha que podrían ser sus aliados”, dijo Teixeira.
Ese fue el caso de Goiania (en el estado de Goiás) donde el candidato de Bolsonaro fue derrotado por otro postulante del mismo signo ideológico respaldado por el gobernador Ronaldo Caiado, que viene cuestionando el liderazgo del expresidente y que no esconde sus ambiciones políticas. Lo mismo ocurrió en Curitiba, en el sur del país.
“El bolsonarismo confió mucho en la figura del expresidente como alguien capaz de transferir votos, pero acabó teniendo una postura poco propositiva en San Pablo”, dijo Teixeira. Allí, en la principal ciudad del país, el ganador fue Ricardo Nunes, un integrante del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB).
Bolsonaro apoyó sin mayor entusiasmo a Nunes e incluso coqueteó con el influencer de extrema derecha Pablo Marçal, que fue la gran sorpresa de las elecciones paulistanas y estuvo a punto de ir al balotaje. El alcalde reelecto le terminó pasando factura cuando atribuyó su triunfo al enfático apoyo a su candidatura del gobernador del estado, el ascendente, Tarcisio de Freitas, exministro de Infraestructura en el anterior gobierno y que se posicionó como un claro competidor en la carrera hacia la presidencia. Nunes ignoró al exmandatario en su discurso.
“Ahora surgieron espacios para otros liderazgos en la derecha, incluso con candidaturas que serán lanzadas sin pedir permiso a Bolsonaro. Marçal será probablemente uno. Además, de Freitas podrá elegir su camino de aquí en adelante sin precisar de la autorización de Bolsonaro”, afirmó Teixeira.
Pero a Lula no le fue mucho mejor. Si bien entre los grandes triunfadores se ubicó el Partido Social Democrático (centroderecha), su aliado en el gobierno, el Partido de los Trabajadores (PT) no tuvo una buena actuación, en especial en San Pablo, donde su candidato Guilherme Boulos, visto como un líder emergente, perdió en el balotaje ante Nunes de manera categórica. Sin embargo, en el futuro inmediato no se ve ningún dirigente en el horizonte capaz de opacar la figura del presidente por el liderazgo de la izquierda brasileña.