La semana financiera terminó con una fuerte suba de los bonos argentinos, que hundió al riesgo país hasta los 967 puntos, el valor más bajo desde la previa a las elecciones primarias de 2019. La euforia por la deuda local en dólares se dio de la mano de los anuncios de financiamiento por parte de organismos multilaterales y las renovadas conversaciones entre el Gobierno y bancos, así como con el FMI.
El ánimo inversor da por descontados los pagos de deuda de enero de 2025, con los intereses ya depositados y la promesa oficial de cerrar un préstamo con bancos internacionales para hacer frente al capital. Esa sensación se da aun cuando las reservas netas del Banco Central continúan en terreno negativo y la recuperación económica se hace esperar a pesar de la reducción de la inflación.
Aunque Javier Milei dijo esta semana que la salida de las restricciones es inminente, el escenario que ya descuentan la mayoría de los analistas privados es que el Gobierno llegará a las elecciones de 2025 sin levantar de manera completa el cepo cambiario y unificar los diferentes precios del dólar. Sin embargo, esa proyección base no está exenta de riesgos en el horizonte. Un informe de la consultora Outlier detalló los tres principales factores que pueden hacer flaquear el plan oficial.
1. La volatilidad del dólar
Hace varias semanas que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se mantiene en torno al 20% y da una sensación de estabilidad. Sin embargo, los analistas de Outlier puntualizaron que cualquier shock político o externo puede alterar esa calma y generar una suba abrupta en el tipo de cambio financiero.
Para la consultora, la preocupación del Gobierno por la volatilidad cambiaria se evidencia en las intervenciones del Banco Central en el dólar financiero aún con la brecha baja y en que el Tesoro evita recortar las tasas en pesos a pesar de la caída de la inflación para mantener el retorno positivo en moneda local e incentivar estrategias de carry trade por encima de la demanda de dólares.
“Ante una posible reducción brusca de las tasas de interés o una señal que ponga en duda o limite la capacidad de intervención del BCRA (el seguro de cambio implícito), las carteras conservadoras deberían dolarizarse rápidamente. Esto se debe a que el flujo proveniente de estrategias de carry fue y es significativo, y si estas estrategias se desarman, podríamos ver presiones significativas sobre los tipos de cambios paralelos”, explicó la consultora, que igualmente consideró que por el momento no parece haber en el horizonte shocks de este tipo.
2. Una recuperación más lenta de lo esperado
El segundo punto que detalla Outlier es que, pese a algunas mejoras sectoriales, la actividad económica no da signos de recuperación en forma de “V”, tal como pretendía el Gobierno. Dado que el impuesto PAIS se termina a fin de año y que el equilibrio fiscal requiere una mayor contribución impositiva por una recuperación de la actividad, el retraso en el despegue tiene implicancias fiscales.
“Si se quiere bajar el resto del impuesto PAIS a importaciones, y mantener el superávit, en un contexto donde el gasto primario real se viene recuperando, va a ser necesario que la mejora de los ingresos empiece a aportar lo suyo también”, indicó el informe.
En esa línea, los analistas indicaron que si la actividad desacelera, presionará sobre el frente fiscal en pleno año electoral y eso tendrá efecto sobre el resultado fiscal u obligará a un mayor ajuste de tarifas (un segmento en el que el Gobierno puede seguir ajustando subsidios). Al respecto, consideraron esto último impactaría sobre la inflación y complicaría una mayor baja de impuestos que dinamice la economía.
“Este riesgo nos lleva a creer que las bajas de impuestos, más allá de la del PAIS, van a demorarse en llegar. Y probablemente esto implique que el Gobierno intente recurrir a fuentes extraordinarias, como privatizaciones, ventas y concesiones, para evitar acelerar los ajustes de tarifas en pleno año electoral. Sin embargo, no nos queda claro que eso traiga bajas inmediatas en los precios de los activos locales”, puntualizó el reporte.
3. Dudas sobre la campaña agrícola 2025
“Otro riesgo que se veía hace unas semanas, pero parece haberse mitigado, era el del impacto del tipo de cambio, los precios internacionales y el clima en la siembra de la próxima cosecha gruesa. Hace dos semanas el panorama era desolador en los tres puntos”, señaló Outlier y sostuvo que aunque las dos primeras cuestiones no se modificaron mucho (tanto el dólar como el precio internacional parecen haber tocado piso) sí mejoraron las condiciones hídricas con las recientes lluvias.
Las últimas estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario son más optimistas. La proyección de exportaciones de granos y derivados para el próximo año totalizaría cerca de 100 millones de toneladas, levemente por encima de las más de casi 90 millones de toneladas que se estiman para la campaña 2023/24.
A la vez, prevé que la oferta total de divisas del agro alcance US$31.200 millones en 2025, de los cuales un 20% entrarían por el mercado financiero si continúa el esquema de dólar blend. El aporte de divisas esperado para el año que viene superaría a lo liquidado este año, todavía seguirá por debajo de los US$41.000 millones que promediaron entre 2021 y 2022, cuando el aporte fue récord.
Sobre este punto, Outlier señaló que la fuerte contribución de dólares del agro que se está viendo en octubre tiene que ver con el adelantamiento de las exportaciones del próximo año, o de la campaña fina a estos meses. Por lo tanto, consideraron que hay que tener cuidado al evaluar la contribución potencial de divisas en la próxima campaña. A la vez, el reporte resaltó que otro riesgo que no se puede subestimar es una eventual complicación de las condiciones climáticas.