Los huevazos que sufrió Martín Menem este viernes cuando estudiantes universitarios repudiaron su presencia en Río Gallegos conforman una foto que se repite en todo el país y preocupa a los diputados que blindaron el veto de Milei.
Un legislador macrista le dijo a LPO que Cristian Ritondo tuvo que armar una «minicumbre informal» para contener, junto a Diego Santilli y Alejandro Finocchiaro, a los que temían regresar a su pago chico por los escraches.
De hecho, la libertaria mendocina Mercedes Llano estaba atormentada porque en la UNCuyo la declararon «persona no grata» luego de que ratificara con su voto la estrategia de la Casa Rosada. «Está averiguando si tiene que poner un abogado», se burlaron en los pasillos del Congreso. «Lo de los universitarios roza lo delictivo», se quejó la diputada.
Este viernes estudiantes corrieron a huevazos a Martín Menem, cuando pretendía inaugurar un local de La Libertad Avanza en Santa Cruz. Lo curioso es que llegó hasta esa provincia patagónica, cuna del kirchnerismo, para celebrar con toda la pompa que abrían una sede de la fuerza política de Milei donde antes funcionó una del viejo Frente Para la Victoria.
Sin embargo, como le pasó a Milei cuando visitó la pizzería donde se había refugiado el youtuber libertario Fran Fijap, el presidente de la Cámara de Diputados fue recibido con insultos. Se trata de una dinámica compleja para los libertarios, que empiezan a sentir la bronca de los universitarios donde van. También les pasó a los diputados bonaerenses Agustín Romo y Santiago Santurio, cuando intentaron hablar en la Universidad de La Plata.
Algo parecido le ocurrió al legislador del PRO Martín Ardohain, primo de Pampita. Cuando retornó a su provincia en un vuelo de Aerolíneas, se encontró con que lo esperaban estudiantes universitarios de La Pampa y huyó en un vehículo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
Estas manifestaciones contra los que apoyaron el veto de Milei se suman a los afiches que pegaron en tres facultades de la UNT contra los diputados tucumanos Agustín Fernández, Elia Marina Fernández y Gladys Medina. Se trató de un cartel con fotos de los tres peronistas que responden al gobernador Osvaldo Jaldo y, además, una foto del radical Mariano Campero, el primer «radical con peluca» que dio el salto para arrimarse a Balcarce 50 y cambió su voto para rechazar la movilidad jubilatoria.
La votación contra las universidades estalló todas las bancadas parlamentarias, desde la del PRO hasta la de UP, liderada por Germán Martínez, donde se ausentó la catamarqueña Fernanda Ávila por orden de Raúl Jalil, quien este jueves fue a buscar el auxilio de Milei pero tan solo lo recibió el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán. Para colmo, en la Cámara Baja se rumorea que Ávila cursa la maestría en Sociología Política en la UNSAM, una prestigiosa universidad pública del conurbano bonaerense.
En el caso de la UCR, el voto de Campero, Luis Picat, Martín Arjol y Federico Tournier, que integra el bloque de Rodrigo De Loredo pero pertenece al partido correntino Encuentro Liberal, y la abstención de Pablo Cervi desató la furia de los radicales más moderados. Ya no piden su expulsión los enfáticos Facundo Manes y Pablo Juliano solamente sino también los «galerita», aquellos que tratan de mantenerse equidistantes entre el fervor libertario de Campero y el perfil opositor del neurocirujano.
De hecho, un puñado de legisladores de ese centro político pidieron una reunión de bloque inmediatamente posterior a la sesión del miércoles pero fue aplazada. De Loredo hace equilibrio y entiende que perder cinco diputados le quita incidencia, a través de la presencia en comisiones y el volumen político en el recinto.
Como sea, la bronca llegó hasta la patricia provincia de Salta por la repentina ausencia de Yolanda Vega, integrante de Innovación Federal. Con la Universidad Nacional de Salta tomada por los estudiantes, la legisladora dijo a una radio local que sufrió «el cambio climático».
«Soy alérgica y estoy sufriendo el cambio climático», dijo como excusa, y agregó: «Ingresé alrededor de las 12.30 y estuve más de una hora sentada. Pero la congestión y el frío del aire acondicionado me hicieron sentir peor. Me faltó el aire y me puse morada y fría».
La diputada contó que tuvo «descompostura, mareos y vómitos», y alegó que fue a atenderse con el servicio médico del Congreso sin pensar que se vendría la votación. «Nunca pensé que la votación se haría tan rápido. Estaba con la doctora cuando comenzaron, y no pude regresar a tiempo», adujo.