Un invento interesante surge de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU, por sus siglas en inglés) combina avances en robótica e impresión 3D, con impactos en sectores como la medicina y el uso de drones. El ingenio lleva por nombre RoboFabric y, según sus creadores, se inspira en el armadillo, que acá en Argentina conocemos cono tatú carreta. Es aquel mamífero que tiene una coraza que cubre casi todo su cuerpo y que, a pesar de su dureza, posee movilidad gracias a la distribución de esa armadura en bandas consecutivas. Tanto, que en ciertas circunstancias se enrolla como una bolita.
Este desarrollo se encuadra, también, en la robótica textil, con la particularidad de que RoboFabric se vuelve rígido o blanco, de acuerdo los diferentes usos y necesidades. ¿Qué usos prevén los investigadores de la NTU de Singapur? Un anticipo: las posibles aplicaciones son amplias y prometedoras.
Así es RoboFabric, el robot inspirado en el tatú carreta que entusiasma por la variedad de usos
Tal como vemos en el video que divulga la universidad singapurense, Robofabric es un tejido creado con impresoras 3D. ¿Por qué los creadores de esta idea se inspiraron en el armadillo? La clave es la conveniente combinación entre robustez y flexibilidad, propias de la coraza de esos animales.
Esa mezcla de propiedades convierte a este dispositivo en una solución versátil, aplicable en diversos ámbitos.
La capacidad de mutación es fundamental en RoboFabric, que puede variar su forma y su grado de rigidez. La magia se encuentra en las secciones de polímero que emulan a las que visten al tatú carreta y que, en este caso, se unen con alambres que, al contraerse, conducen a una contracción de las piezas. En ese camino, el tejido se vuelve 350 veces más rígido, liberándose de la dureza cuando se aflojan las tiras metálicas.
“La estructura en capas inspirada los armadillos fue posible gracias a los patrones de superficie programables diseñados de forma inversa a las escamas. Después de la fabricación, el resultado era inherentemente suave y flexible”, comentaron los involucrados en este desarrollo. “Cuando se selló en una envoltura elástica y se sometió a una presión de confinamiento negativa, pasó a su forma designada y, al mismo tiempo, se volvió rígida. Podía funcionar a frecuencias de hasta 5 hercios y lograba un cambio aparente del módulo de flexión de hasta 53 veces entre sus estados blando y rígido”, agregaron.
¿Cuáles son los usos posibles de RoboFabric?
Tal como señalamos, este invento tiene aplicaciones en diversos sectores. Por ejemplo, en medicina, más específicamente para rehabilitación de huesos. En este punto, RoboFabric podría consolidarse como la evolución de los yesos tradicionales que se colocan en brazos y piernas, siendo reutilizables y 100% adaptables. En este caso, un beneficio apreciable es la posibilidad de adoptar la fisonomía blanda al momento de la colocación y endurecer la textura una vez ubicado en la posición indicada. Finalmente, al momento de retirarlo no es necesario realizar un corte, tal como ocurre con los yesos: bastaría con aflojar el sistema.
Además, los investigadores dicen que cuando se coloca en codos, muñecas o caderas ofrece algo así como una “superfuerza” a los usuarios, permitiéndoles sostener elementos pesados, con menor grado de esfuerzo y sin sufrir lesiones. Los especialistas dicen que la fuerza necesaria para levantar un objeto se reduce con esto en torno al 40%. Un empleo similar ayudaría a personas con Parkinson, que al colocar el dispositivo flexible en articulaciones podrían controlar en parte los temblores.
Otro de los usos posibles nos lleva al mundillo de los drones. En esos dispositivos, una pinza robótica montada en la parte inferior podrí recoger objetos, endureciéndose primero y luego enroscándose, para solarlos, finalmente, al ablandarse.
Con demostraciones prometedoras y un futuro auspicioso, el estudio fue publicado en la revista Advanced Materials.