miércoles, noviembre 27, 2024
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    Javier Milei acude a Dios y a las “Fuerzas del Cielo” para el éxito del Pacto de Mayo

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    A un intelectual italiano que despotrica con frecuencia por el avance de lo religioso sobre la sociedad política en la Argentina y en el mundo se le deben haber puesto los pelos de punta cuando leyó la declaración del Pacto de Mayo que el presidente Javier Milei suscribirá en Tucumán este 9 de Julio con parte de la dirigencia del país.

    Es que el texto comienza afirmando que el acuerdo se firma “ante la mirada del Eterno” y termina pidiendo para los argentinos su bendición y “la sabiduría y la fortaleza” ante los desafíos que afronta el país, a la vez que el “acompañamiento de las Fuerzas del Cielo”.

    En realidad, el intelectual de marras no debe haberse sobresaltado en demasía porque descontamos que tiene claro que Milei es el presidente argentino desde la vuelta a la democracia que se manifiesta más religioso.

    Su invocación a Dios y a la ayuda celestial, junto con citas a pasajes del Antiguo Testamento, se le escucharon repetidamente en la campaña presidencial, luego de que, un par de años antes, decidió estudiar La Torá (la Biblia hebrea) y abrazar la espiritualidad judía con el fin de convertirse más adelante al judaísmo y abandonar su declarada condición de católico.

    Javier Milei y el Papa Francisco durante la cumbre del G7. (Foto: Reuters)
    Javier Milei y el Papa Francisco durante la cumbre del G7. (Foto: Reuters)

    “Como Presidente no podría convertirme al judaísmo porque debería observar su día sagrado, el sabath, pero sería imposible dejar de cumplir mis funciones durante todo un día”, explicó en una ocasión Milei. Su aclaración es pertinente porque adhiere a una corriente ortodoxa y por lo tanto, estricta en cuanto al cumplimiento de los preceptos. Su formador es el rabino Axel Wahnish, de la comunidad judeo-marroquí, a quien eligió como embajador en Israel, a la vez que se muestra cercano a la congregación jasídica Jabad Lubavich, donde abreva el empresario Eduardo Esztain.

    Pese a que los rabinos ortodoxos no entran a templos de otras religiones, Wahnish -seguramente por un pedido especial de Milei- participó de la invocación interreligiosa que se ofició en la catedral porteña cuando asumió el libertario. Su prédica cautivo a muchos de los presentes y a los que seguían la ceremonia por televisión. Pero el acuerdo en el Senado para concretar su designación generó la resistencia de algunos legisladores que la consideraban incompatible con su condición de rabino en base a argumentos que la DAIA consideró antisemitas.

    Tras resultar electo presidente, Milei viajó a Nueva York para orar ante la tumba del rabino Menajem Mendel Schneerson, el gran referente del Jabad Lubavich ante cuya sepultura había pedido su ayuda durante la campaña. Desde su primer discurso como presidente, en la Plaza del Congreso, Milei siguió con sus invocaciones religiosas. Entre sus primeros viajes al exterior fue a Israel, pero también al Vaticano, donde -tras disculparse por las ofensas- logró una buena sintonía con el Papa Francisco, que se atribuye, en parte, a su religiosidad.

    Ahora bien: sus menciones a Dios y las “Fuerzas del Cielo” generaron algunas críticas por parte de quienes consideran que estaría afectando la condición de “Estado laico” de la Argentina. Pero, si por “Estado laico” se entiende la imposibilidad de invocar a Dios, ello constituiría un error porque en el Preámbulo de la Constitución se invoca “la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”. En todo caso, para satisfacer a los críticos habría que modificar el Preámbulo, lo cual demandaría una reforma constitucional.

    No obstante, podría decirse desde una lectura más minuciosa que otra cosa es invocar a las “Fuerzas del Cielo”. Porque la cita corresponde a una religión en particular, el judaísmo, si bien por estar en el Antiguo Testamento también comprende al cristianismo. Y el Estado argentino es no confesional, más allá de que en su artículo dos establece que “el gobierno federal sostiene al culto católico”, aunque en 2020 la Iglesia renunció al aporte económico del Estado, que rondaba por entonces el 10 % de su presupuesto.

    Lo que de ninguna manera puede ocurrir es que el presidente crea que su gobierno es la proyección de la voluntad de Dios. O sea, que bordee una teocracia. Pero está claro que no quiere ocultar su religiosidad y, además, desea que la espiritualidad esté presente en la vida pública en estos tiempos en que las sociedades tienden a relegar lo religioso al templo. Una tendencia considerada por unos como un saludable avance hacia una “sociedad secular” y por otros como un menoscabo de lo religioso.

    El Presidente, Javier Milei. (Foto: Reuters)
    El Presidente, Javier Milei. (Foto: Reuters)

    Más allá de su deseo de congraciarse con la Iglesia -anhela que el Papa visite a fin de año el país-, el último síntoma de su interés por la religiosidad fue el hecho de que le haya pedido al arzobispado de Buenos Aires que celebre en la catedral un Tedeum por el 9 de Julio. En realidad, ese oficio por el Día de la Independencia se celebra en Tucumán, pero dado que regresará inmediatamente para participar de un desfile militar no quiere faltar a la celebración religiosa.

    Hay quienes creen que si su gobierno fracasara dañaría a las religiones en su dimensión pública y, en particular, a la comunidad judía. Dicho de otro modo: que la llamada “sociedad laica” en cuanto expulsora de lo religioso del ámbito público -no como defensora de la sana separación entre la Iglesia y el Estado- ganaría terreno y las expresiones de antisemitismo se multiplicarían. ¿Y si le fuese bien, Milei evitaría las imposiciones y respetaría el pluralismo?

    Por lo pronto, la Iglesia se alegra de que Milei haya incorporado al Pacto de Mayo el aspecto educativo, tal como los obispos -al igual que el radicalismo- se lo pidieron, a pesar de que juzga la redacción de ese punto defectuosa. Y, por supuesto, anhela que proyecte su religiosidad sobre la oposición y todos los que lo critican y se muestre menos confrontativo y mas conciliador. Porque, en definitiva, las religiones promueven la fraternidad.

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